dios no tiene favoritismos II

7 dic 2018

Segunda Parte.


Régulo


  El segundo personaje, es un alto oficial de un
rey (Jn 4, 46-51).  La tradición lo llama Régulo.
  Para comprender el desenlace de este caso
 conviene saber que Jesús se encontraba, en ese
momento, en Caná, y el alto oficial le llegaba a 
pedir que fuera a su casa, en Cafarnaum -a treinta
kilómetros- , para curar a su hijo gravemente 
enfermo.  Jesús no lo recibió muy bien.  Le dijo:
"ustedes, si no ven milagros, no creen"  (Jn 4,
48).  ¿Era la acogida apropiada para un padre
desecho por el dolor?

  Hay que hacer constar que este alto oficial le
dijo a Jesús "Ven pronto antes que mi hijo muera?
(Jn 4, 49).  Quería obligar a Jesús a caminar treinta
kilómetros.  Por su rango estaba acostumbrado a
que todas las puertas se le abrieran; que todos se
inclinaran ante él.  Tal vez, hasta intentó hablarle
a Jesús con tono autoritario como siempre lo hacía.

  Jesús no lo atendió al momento; le dirigió
alguna frase dura; quería vaciarlo de sus
pretensiones, de su autosuficiencia.  El hombre,
acongojado, a pesar de todo continuaba en su 
súplica.  Entonces Jesús le puso una prueba a su 
fe.  Le dijo que regresara a su casa, pues su hijo
ya estaba curado.  ¿Sería cierto? ¿Era un recurso
de aquel Maestro para que no lo siguiera
importunando?...  Aquel alto oficial tuvo que
aferrarse a la palabra de Jesús; se puso en camino
entre la duda y la fe; cuando llegó a su casa,
después de 30 largos kilómetros -entre la duda
y la fe-, se encontró con que su hijo estaba
totalmente curado.

  Aquel hombre durante esa áspera travesía, se
fue consolidando en su fe y se fue vaciando de
sus pretensiones de alto funcionario.  Había
acudido a Jesús para suplicarle la curación de su
hijo.  Jesús lo estuvo "trabajando" con dureza
porque quería para él una gracia mucho mayor.
  El Evangelio narra que ante el milagro, toda la
familia del alto funcionario creyó en Jesús.  El
había solicitado una curación, y el Señor le había
concedido la conversión de toda la familia.

  Cuando Dios tarda en concedernos algo, nos
desconcierta; acuden a nuestra mente ideas
negativas; pensamos en injusticias, en castigos.
  Nos cuesta saber esperar y confiar en que Dios
no nos quiere aliviar de una simple calentura,
sino que desea hacernos un trasplante de corazón,
convertimos en "nuevas criaturas".  ¡Planea algo 
grande para nosotros!


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Texto Tomado del Libro:
Personajes del Evangelio
Autor: P. Hugo Estrada, s.d.b.















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