Profeta Elías y Los Profetas de Baal

8 nov 2012


Elías y los Profetas de Baal
1 Reyes 18, 20-40

20. Acab mandó llamar a todos los
israelitas, y reunió a los profetas en el
monte Carmelo.
21. Entonces Elías,
acercándose a todo el pueblo, dijo:
-¿Hasta cuándo van a continuar
ustedes con este doble juego? si el
Señor es el verdadero Dios , síganlo a
él, y si Baal lo es, a él deberán seguirlo.
El pueblo no respondió palabra.
22. Y Elías continuo diciendo:
-Yo soy el único profeta del Señor
que ha quedado con vida, en tanto
que de Baal hay cuatrocientos cincuenta
profetas.
23. Pues bien, que se
nos den dos becerros, y que ellos escojan
uno, y lo descuarticen y lo pongan
sobre la leña, pero que no le
prendan fuego. Yo, por mi parte,
prepararé el otro becerro y lo pondré
sobre la leña, pero tampoco le
prenderé fuego.
24. Luego ustedes invocarán
a sus dioses, y yo invocaré al Señor,
¡y el dios que responda enviando
fuego, ése es el Dios verdadero!
-¡Buena propuesta!  –respondió
todo el pueblo.
25. Entonces Eías dijo a los profetas
de Baal:
-Escojan uno de los becerros, y
prepárenlo primero, ya que ustedes
son muchos. Luego invoquen a su
dios, pero no enciendan fuego.
26. Así pues, ellos tomaron el becerro
que se les entregó, y lo prepararon, y
desde la mañana hasta el mediodía
invocaron a Baal. Decían: “¡Contéstanos,
Baal!”,  y daban pequeños brincos
alrededor del altar que habían construido,
pero ninguna voz les respondía.
27. Hacia el mediodía, Elías se burlaba
de ellos diciéndoles:
-Griten más fuerte, porque es un
dios. A lo mejor está ocupado, o está
haciendo sus necesidades, o ha salido
de viaje. ¡Tal vez esté dormido y haya
que despertarlo!
28. Ellos seguían gritando y cortándose
con cuchillos y lancetas, como
tenían por costumbre, hasta quedar
bañados en sangre.
29. Pero pasó el mediodía,
y aunque ellos continuaron
gritando y saltando como locos hasta
la hora de ofrecer el sacrificio, no
hubo ninguna respuesta. ¡Nadie
contestó ni escuchó!
30. Entonces Elías dijo a toda la gente:
-Acérquense a mí.
Toda la gente se acercó a él, y se
puso a reparar el altar del Señor, que
estaba derrumbado.
31. Tomó doce piedras,
conforme al número de las tribus
de los hijos de Jacob, a quién el
Señor dijo que se llamaría Israel,
32. y construyó con ellas un altar al
Señor; hizo luego una zanja alrededor
del altar, donde cabrían unos veinte
litros de grano,
33. y tras acomodar la
leña, descuartizó el becerro y lo puso
sobre ella.
34. Luego dijo:
-Llenen  cuatro cántaros de agua,
y vacíenlos sobre el holocausto y la
leña.
Luego mandó que lo hicieran  por
segunda y tercera vez, y así lo hicieron
ellos.
35. El agua corría alrededor
del altar, y también llenó la zanja.
36. A la hora de ofrecer el holocausto,
el profeta Elías se acercó y exclamó:
“¡Señor, Dios de Abraham, Isaac e
Israel: haz que hoy se sepa que tú eres
el Dios de Israel, y que yo soy tu siervo,
y que hago todo esto porque me
lo has mandado!
37. ¡Respóndeme, Señor; respóndeme,
para que esta gente
sepa que tú ere Dios, y que los
invitas a volverse a ti!”
38. En aquel momento, el fuego del
Señor cayó y quemó el holocausto, la
leña y hasta las piedras y el polvo, y
consumió el agua que había en la zanja.
39. Al ver esto, toda la gente se
inclinó hasta tocar el suelo con la
frente, y dijo:”¡El Señor es Dios, el
Señor es Dios!”
40. Entonces Elías les dijo:
-¡Atrapen a los profetas de Baal!
¡Que no escape ninguno!
la gente los atrapó, y Eías los llevó
al arroyo Cisón y allí los degolló.




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